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jueves, 6 de octubre de 2011

Ahora

     De un momento a otro pasaban horas, días o semanas, realmente no lo se con certeza. Casi no los podía recordar, eran experiencias olvidables, intrascendentes. Todo ocurría en un lugar privado, en un diálogo casi conmigo mismo. Las preguntas siempre tenían respuestas escritas hace rato, pero igual las formulaba y esto me reconfortaba banalmente por un tiempo, pero nunca me llenaba. Nunca. Algunas veces surgía algún imprevisto o novedad interesante, pero lo pensaba dos veces y en realidad esas preguntas o situaciones no salían de lo obvio, de lo fácil y rápido, de lo estipulado por la situación, del esquema actual que podía predecir sin esfuerzo alguno. Hubo momentos en que traté de llevarla a otro mundo, que ni yo conocía, con formas y significados aun por definir, un mundo que sería solo nuestro... pero esto no le gustaba para nada: ella amaba su vida, su promesa de felicidad, sus amigos, sus enemigos, su rutinario trabajo, sus lindas cosas, su contradictorio mundo y a mi.
     Un día dijo que tenía algo que darme, así que insistió con argumentos cursis para convencerme y pasar el día juntos, a lo que accedí de buena manera. Ella me quería, me apreciaba, lo demostraba a menudo. "Una sorpresa, qué bien" pensé. Aunque ya se que algo me va a dar, en realidad, no es del todo una sorpresa. Esa tarde antes de vernos, estuve pensando qué sería aquello que quería darme o regalarme. Después de unos minutos, reduje las posibilidades a dos: un libro puntual que conocía, del que me había hablando bastante... o un beso. De las dos, prefería el beso: el libro me daría horas de pesadumbres y clichés norteamericanos, para los cuales no tenía tiempo, pero tendría que dedicárselo para no hacerla sentir mal. Llegado el momento, la vi venir. Sonrió al notar mi presencia; estaba más desnuda que vestida, maquillada, con alhajas varias y sus generosos pechos llamaban la atención de más de un transeúnte. "Me gustas más en joggins, con el pelo enredado, descalza y con tu remera blanca rota de esa marca desconocida que se pronuncia raro, y que quieres tirar" le hubiera querido decir, pero no podía. Nos saludamos, alabé su esfuerzo por verse bella, nos dijimos unas cuantas cosas y me anunció la sorpresa. De su cartera sacó un libro envuelto -"lo sabía"-. Al abrir el envoltorio del regalo (ese de a cuadritos con un moño dorado), me encontré con lo que esperaba. Fingí sorpresa, alegría y la abracé. Me reí por dentro unos instantes, fuimos a caminar, a ver estupideces detrás de vidrios, a hacer nada, a hacer lo que acostumbrábamos
     Entrada la noche, pasamos por su hogar que estaba a pocas cuadras de donde estábamos. Fuimos a buscar un abrigo para ella, que no soportaba más el incesante viento de la ciudad. Era primavera, pero el mundo no se enteraba, el invierno nunca se va en realidad. No para mi. Pasé al baño y mientras aliviaba mis necesidades, pensé en las dos posibilidades y en lo que quería. Pensé en el ahora, el ahora sin pasado ni futuro... la verdad se me reveló en una espinosa angustia y se me concedió lo que pedí. Al salir la encontré en el pasillo de su cuarto; me mostró su computadora, su escritorio, sus peluches, su colección de libros donde uno era más aburrido que el anterior que veía... hasta que no lo pude soportar más. La tomé del brazo y la besé. Ella respondió al beso y me abrazó con fuerza. "No habrá mañana, no habrá mañana, no habrá...", me repetía, confundido, excitado, apenado, culpable, triste, muy apenado. Ella estaba feliz, como jamás la había visto y como jamás había sido. Con la voz agitada, una sonrisa y los ojos llenos de lágrimas y cariño, quiso decirme algo... pero poniendo un dedo en sus labios, le pedí que por esta vez, guarde silencio. -"No habrá mañana, porque siempre te olvido. Siempre", me dije- Se me cayó una pesada y amarga lágrima. Tiré el libro regalado lejos nuestro hacia donde ya no lo pueda ver. Sonreí falsamente y la conduje a la incómoda cama final, donde ahogé todas mis penas en su cuerpo.

1 comentario:

  1. Y vaya a saber uno si el tiempo puede erosionar esa piedra.
    Fuerte.
    Genial.

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