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viernes, 26 de agosto de 2011

Anónimo Hoy

Uno anhela.
Uno quiere cosas.
Uno tiene que querer cosas
Uno desea cumplir metas importantes.
Uno es libre de elegir lo anterior sin mayor esfuerzo.
Uno es libre hasta donde empieza la libertad de otro.
Uno trata de evitar las dificultades, para no complicar la existencia innecesariamente.
Uno es todos.

Uno envejece.
Uno muere algún día.
Uno muere pero no hoy ni mañana, eso no le ocurre a uno que es precavido y elocuente.
Uno tiene cosas más importantes, productivas y entretenidas que hacer y pensar que eso en este momento.
Uno es todos.

Uno comunica.
Uno comunica lo comunicado.
Uno habla con los otros, pero no con uno mismo.
Uno habla de lo que se habla, y escucha lo que por ahí se dice.
Uno tiene interés, porque si a todos interesa lo que se dice, es lo que hay de interesante.
Uno es todos.

Uno cree.
Uno cree en lo que se cree.
Uno no tiene tiempo para problematizar estupideces.
Uno quiere llegar al tiempo donde el tiempo es propio, para estar en comodidad.
Uno quiere novedad, nuevas maneras de perderse en uno mismo, olvidar lo feo y ser feliz para siempre.
Uno es así, porque la vida es asi.

Uno eres tu, yo, todos.

sábado, 20 de agosto de 2011

Despertar (El Otro I)

Suspiró y cerró los ojos mirando hacia su noche interna, y sin saber qué ocurría, se enfrentó a ese otro. Hoy lo había liberado. Aquel que gobernaba hace años sus infiernos, que lo rodeaba y asolaba con torturadoras visiones de lo diferente, aquel que saqueaba sus circunstancias en cada ocasión que los cómplices berretines del destino le presentaban.

Trató de aspirar muy fuerte, pero ya era tarde. Hoy el humano se había convertido en hombre.

Parte de él corría por sus mejillas.
Parte de él se evaporaba en la penumbra,
rechazado, extirpado.
Esa malformación, maldita,
ya partía rumbo a lo anónimo.

Esa noche se escuchó en el tiempo. 

miércoles, 17 de agosto de 2011

Tardes

       Y la llama se ahogó en su propio némesis. El mar lamía su rostro con vehemencia e impunidad, sin permiso o previo acuerdo. En las rocas ella descansaba, pero ya no era. Había terminado con todo un universo, convergiendo en su posibilidad última. ¿Cómo puede una sola persona acabar con toda la existencia? La desolación se hizo carne que me corroía entrañas, y día a día estas se vaciaban de mi. No tuve mas amigo que el puñal de los recuerdos, la interminable botella de hiel que recorría mis venas noche y día.
   
    Luego de varias semanas de penuria, tal vez años, decidí ponerme de pie y justo en ese momento, la implacable justicia del ayer, atravesaba mis posibles de punta a punta. Así que fui en busca de aquella sonrisa que me sonrojaba y dejaba indefenso, de esa caricia que me estremecía y de aquel beso lleno de mujer. Su perfume me guiaba a sus aposentos, que albergaba aquella cama íntima, donde cada noche después de comer, vivíamos el sueño de todas esas tardes que no fueron...
   
      Desde la ventana la vi en la costa, esperándome sentada, mirando hacia el horizonte. La levanté de las rocas y nos abrazamos. Caminamos sobre las olas, reímos, lloramos y volvimos a reír, hasta que me pidió un trozo de sol para iluminar el largo camino que teníamos por delante, y esta vez, se lo pude dar. Fue en ese momento cuando comprendí, lo absurdo de decir adiós. Esta tarde ahora sería, y nada ni nadie nos la podría quitar.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Adiós (Carta de despedida de un texto en fuga)

Hoy asumí lo inevitable,
lo negro,
aquello que se camuflaba,
en las grietas del infinito.
Se me hizo presente,
en la piel,
en mis letras y papel,
y aun no nació intelectual
refrán o dicho,
que me justifiquen.
La impotencia le ganó a la pluma,
en la batalla última,
esta vez no habrá rebelión,
ni nuevo espíritu libertador,
que me lleve,
que me plasme,
en las paredes de la creación,
tu piel.

La tinta ya se pierde,
desangrada,
asfixiada,
en los silencios,
los gestos,
los supiros.
En ellos se ve,
lo borroneado,
lo profano,
lo arrojado;
el perpetuo bosquejo,
su sombra,
su aeónica potencialidad.
Algo que intenté,
algo que oculté,
que postergué,
por miedo,
por vos.
Adiós.

domingo, 7 de agosto de 2011

Segundos

Y la mirada me devolvió la ruina de la duda;
laberíntica, desesperante, eterna.
El adiós fue corrosiva ceniza en la piel,
sin lluvia que lave el ayer,
o canción que me haga nuevo.
Fue y será están escritos.
Fue y será ahora son.