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martes, 29 de enero de 2013

Amor Líquido

Caminamos por el camino indicado, el camino de nuestros días, el camino (in)seguro. 

El deseo busca consumarse,
encenderse,
hacerse llamas,
consumirse,
y extinguirse en el otro. 
Florecer,
auto destruirse
en el acto,
ese acto mecánico, 
fugaz,
tan simple,
perfecto,
repetible,
ad infinitum.

Siempre podemos apretar la tecla "delete", pero a veces nos aventuramos.

Y no nos abrazamos demasiado fuerte,
tampoco sin fuerza alguna,
hay que estar seguros,
de que los nudos estén,
de que no jueguen con nuestras entrañas,
de que los malditos no nos anuden tanto,
de que la tibieza sea suficiente,
que nunca falte,
que nunca sobre.

Avanzamos en una putrefacta estructura ,
de caminos,
lineas de pus,
no somos dos,
sino uno y uno,
y los laberintos,
que creímos entender,
siendo distintos,
en vano.

Los callejones sin salida,
sin vuelta, ni ida.

Era todo una trampa desde el principio, 
pero al menos los callejones eran individuales,
seguros,
sin precipicios.

Hablemos de lo que tiene sentido hablar.

(Lo duradero es irrelevante, el futuro es incierto, solo el ahora importa)

El valor de las acciones baja,
y la bolsa empieza a operar,
convulsionada,
a las corridas,
especula.
Piensa lógicamente,
fría y racionalmente,
costos y beneficios,
especula sobre las variables,
sobre todas ellas,
sobre las especulaciones del otro,
hay que prever los perjuicios.
Y entonces a vender,
vender,
vender,
y reinvertir en otro país,
cuerpo,
relación,
conexión
amistad,
o emoción.

Siempre rápido, 
claro,
efectivo,
eficiente, 
como una máquina consciente.

No hay tiempo que perder.

Así son las cosas,
porque las cosas son así.

Hay que buscar seguridad, comodidad, 
libertad, espacio, estabilidad.
Siempre a mano una escapatoria. 

Y eventualmente caer,
y desesperar.

La ansiedad,
la gangrena emocional,
la desconfianza,
el terror, 
de no saber,
de no poseer,
de no controlar.
Hay que apurarse,
buscar señales,
hacerlas aparecer,
reinterpretar los signos,
saltar al vacío...

Y la locura.

Cerrar los ojos,
abrazar la incertidumbre total,
y salir a caminar,
sobre hielo frágil,
frágil como las alas de una mariposa,
a punto de perecer,
en pleno vuelo.


Y puede que quizás, solo quizás, en el ya líquido sendero que caminamos, lo único que nos quede para salvarnos de nosotros mismos sea velocidad.


Inspirado en la obra "Amor Líquido" de Zygmunt Bauman 

viernes, 25 de enero de 2013

Palabras en la Lengua

Quizá la respuesta,
este a mi lado,
corriendo,
entre los dientes,
escodiéndose en la lengua,
lengua cómplice, 
de las trabas
de los olvidos,
de las excusas para ahogarse,
con nuevas palabras,
que encubren lo importante,
lo inevitable,
para entender,
para tragar,
la no muerte
en la no vida,
y la desazón,
del vital caparazón,
tan frágil,
tan ilusorio,
tan innecesario.

martes, 15 de enero de 2013

Número equivocado


Una vez en la parada de micro encontré un número. Lo revolví, le encontré la vuelta y lo marqué en el teléfono. Llamé, no atendían. Dejé un mensaje pero no respondieron. Volví a llamar varias veces y nadie contestó. Me dispuse a revisar el número en la guía a ver si estaba bien, y efectivamente existía, era de alguien. Pasaron meses de incertidumbre, y en una de esas tardes anónimas en casa, sonó mi teléfono. Sonó y no llegué a atenderlo. Podría haber sido la respuesta a esa llamada. Podría haber sido y no pude llegar.  Era "número desconocido". Tiene que haber sido, por lo que seguí llamando.

Una vez atendieron y cortaron. Me enojé muchísimo. Dos años después volví a llamar; llamé y levantaron el tubo. Me dijeron solo dos palabras, antes de colgar y que yo siquiera pueda mentar una palabra: número equivocado.

domingo, 6 de enero de 2013

Sueños y Sombras

Alguna vez soñé,
compartí,
el miedo que sienten las sombras,
la neblina,
las hebras oníricas,
cuando su destino las azota,
cada vez que el sol se alza,
en su mejor hora.
Recuerdo,
que fui uno con ellas,
corriendo,
huyendo,
sin dejar huellas,
sin decir adiós,
buscando,
el lugar,
la noche,
la señal para respirar.
Este sentir fue un reencuentro,
con un recuerdo,
de un momento,
futuro,
pasado,
eterno,
que siempre olvidaba,
cada mañana,
al despertar.
Era el miedo,
la desesperación
el terror,
el terror de mis sueños,
rogando ser,
un minuto más.
Huían hacia sus oscuros rincones,
a salvo de la luz,
que quemaba sus alas,
del camino,
que disciplinaba sus piernas,
de las estructuras,
que enderezaban sus cuerpos.
Se ocultaban de mi,
de nosotros,
de nuestra sana,
sana locura.