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jueves, 26 de enero de 2012

Anécdotas Platenses I

Cuenta la historia que una vez había llegado el día en que las canciones ya no flotaban, sino que se arrastraban forzosamente por el aire. Se destruían poco a poco, quedándose sin alas y cayendo a la tierra, dañando a veces la propiedad privada. Este último hecho fue lo que finalmente llamó la atención de los habitantes de la ciudad de La Plata. Crónica TV fue el primer medio que reportó abiertamente la muerte de una persona por la caída de una canción. Se lo consideró un hecho aislado y contigente, un mero accidente: "Escape de gas y explosión", declaró la policía científica de la ciudad. Luego se encontraron grandes cráteres en descampados de Olmos y Los Hornos, que las autoridades acusaron como "Lluvia de meteoritos" aunque los vecinos juraban una y mil veces que escucharon fragmentos de "Soy Cordobés" de Rodrigo, antes de la caída.

Mediáticamente se guardó un gran hermetismo alrededor del tema, pero la gota que rebalsó el vaso fue la caída de la gigantesca novena sinfonía de Ludwig van Beethoven sobre el Estadio Único mientras se jugaba el clásico de la ciudad. Una inocultable catástrofe que resultó en la muerte de aproximadamente veintitrés mil personas, entre ellos el lateral derecho de gimnasia, Nicolas Cabrera. Otros miles salieron heridos.

La intendencia decidió hacer público toda la información disponible organizando un gran foro para debatir la cuestión y escuchar a las voces más calificadas de la sociedad que tengan  intención de opinar y debatir al respecto en busca de una solución. Este fenómeno se había convertido en un grave problema y encrucijada: aquello que solía dar grandes placeres a las personas y ganancias a la industria musical, también causaba enormes daños. El taquígrafo de las autoridades tomaba nota de lo que se decía:

"El problema es el calentamiento global y la capa de ozono dañada, hay que dejar de contaminar" afirmaban los científicos de la ecología. Por lo que se cerraron fábricas acusadas de contaminantes y los controles a las emisiones de smog y CO2 se intensificaron.

"Es la aspereza de las nubes" sostenían los artistas. Las almas sensibles y soñadoras de la ciudad realizaron intervenciones civiles via globos aerostáticos para cambiar su composición arrojandoles azúcar, colorantes gaseoso, recitando alegres poémas, etc.

"Es que las canciones que caen ya pasaron de moda" vociferaban los chimenteros. Curiosa y lamentablemente, esta fue la opinión más escuchada y aceptada por la sociedad, ya que poseía una cierta lógica atractiva. Al tiempo, el surgimiento y caída de nuevos hits musicales se hizo mucho más vertiginoso. El "mayor éxito del año" era totalmente olvidado a la semana siguiente y los daños, heridos y muertes en la ciudad aumentaron exponencialmente, conjuntamente a la venta de discos. Luego de escándalos mediáticos y legales, la pena de muerte fue restaurada. Los periodistas del espectáculo y empresarios beneficiados con las noticias y ventas extraordinarias de ese período de tiempo, fueron condenados a ejecución pública en la nueva y gloriosa horca de Plaza Moreno.

"El equilibrio de la sociedad colapsó. Se dice más de lo que se hace, se habla más de lo que se escucha. Es todo un pantano de hipocresía y repetición. El uso del poder de la palabra se convirtió en lo más banal de la tierra cuando lo dejamos a cargo de aquellos que tienen billetes. La felicidad en ritmo y verso ya no tiene valor. ¡Hay que callar por un momento, pensar y afirmar solo el silencio!" gritó un tal Lucas, de un grupo de estudiantes de la UNLP. Nadie los conocía, se veían verdes e inseguros, por lo que nadie los tomó en serio.

Días más tarde los ciudadanos resolvieron, en el marco del presupuesto participativo, construir un escudo gigante que proteja la ciudad de toda amenaza proveniente de los cielos. Este plan tuvo éxito por unos meses, y le concedió al intendente Pablo Bruera la re-re-reelección. A la par, la ciudad contrajo una colosal deuda y el escudo conllevaba unos costos operativos que eran exorbitantes hasta para el presupuesto provincial. Los brutales ajustes fiscales no se hicieron esperar y la inestabilidad social tampoco: luego de que la pobreza y el desempleo aumentaran de sobremanera, las protestas, escraches y dias de furia se oyeron en todas las instituciones. Las discográficas, televisoras, radios, municipalidad y legislatura fueron apuntadas como los responsables de este problema por las principales fuerzas civiles de protesta. La policía, gendarmería y ejercito se unieron al movimento civil y tras largas jornadas de lucha y pacífico reclamo, el intendente, los legisladores y todos los funcionarios públicos de la ciudad, acordaron dimitir el poder. Horas más tarde, tras un corto debate entre ciudadanos, se le comunicó al gobierno provincial y nacional la decición de la autarquía del territorio platense para establecer un régimen comunitario, sin poder gobernante alguno. El proyecto fue aprobado por un 98% en referendum y fue una jornada de fiesta, pero duró poco. Había un problema que seguía necesitando solución.

Un nuevo foro municipal fue organizado y esta vez se contrató un taquígrafo de probada honestidad para que registre todo lo sucedido. Se tomó una posición mas horizontal a la hora de otorgar la palabra y se le permitió hablar a cualquiera que levantase la mano, mas allá del titulo que lo represente. Luego de escuchar varias ideas controvertidas que no conducían a nada, como el apocalípsis maya, el fin de los tiempos, el comienzo de la contracción del universo, alienígenas e invasión extraterrestre, se produjo un prolongado silencio cargado de angustia e incertidumbre. ¿No había solución posible? ¿Qué demonios sucedía en la ciudad? Pasaron unos minutos y la mano de un joven que estaba en primera fila se levantó ante la sorpresa de todos. Inmediatamente le fue concedió el lugar para expresarse ante todos.

"Soy Juan. En el foro anterior eramos 12 y gracias a la irresponsabilidad que nos caracteriza, hoy solo quedo yo. Hemos estudiado a fondo el fenómeno de las canciones, los cómo y por qué ya no importan. Aquí tienen las estadísticas de accidentes registradas por día y zona, desde hace meses. Apaguen las radios y los televisores por 24 horas, y vean ustedes mismos los resultados. Mi amigo Lucas se los dijo, rompimos el balance, pero no lo escucharon. Tengo que irme a París, cayó La Marsellesa sobre la torre Eiffel." Y sin más, el joven se marchó caminando.

Un gran escándalo surgió de pronto. Entre aplausos, gritos, acusaciones, aceptaciones y negaciones, se decidió votar por la aplicación práctica de esta idea. Los empresarios de la comunicación estaban furiosos y ante sus insistentes reclamos elitistas por sus beneficios económicos puestos en juego, fueron linchados a patadas del foro.

El lugar se hizo de susurros, debate íntimo y de charlas entre amigos, familiares y confidentes. Terminado el tiempo de gracia, la votación finalmente se celebró: fue rápida y se aprobó casi por unanimidad. Una sola persona votó en contra y era Don Ángel, un jubilado de zona sur. Se le preguntó el por qué de su posición y este respondió breve y puntualmente: "Por la misma razón que ustedes viven y mueren. Yo tengo un trabajo y un destino que debo respetar en la historia. Volveré cuando sea necesario." y desapareció ante la perpleja mirada de todos. Este accionar no hizo mas que volcar todas las sospechas sobre él y la mayoría le atribuyó la culpa sobre todo lo sucedido sin dar más argumentos que "¡Lo vimos, lo vimos! ¡Don Ángel era el mismo mandinga!", según reportó el informe del taquígrafo ese día. Un chivo expiatorio había sido encontrado y el argumento del joven Lucas (en paz descanse), que se había presentado en el primer foro, había quedado totalmente en el olvido.

Apagar las radios y televisores simultáneamente en toda la ciudad funcionó de maravilla, los accidentes ese día fueron nulos y el pueblo se tiñó de alegría al haber encontrado la solución. Pero la vigilancia se mantenía firme en aquellos que eran más escépticos, ya que realmente nadie sabía lo que había ocurrido. Nadie tenía la más pálida idea de cual era la conexión de Don Ángel con la dichosa "solución", pero al menos, ahora podían pensar en paz y eso los tenía aliviados

Los meses de apagón pasaron, y un día, tomando extremos recaudos y precauciones, se volvieron a prender las radios con música popular sonando a través de ellas. La tensión era extrema, cadenas de oración se propagaron por todo el territorio, el aire se podía cortar con la respiración... y ante la masiva sorpresa, nada ocurrió. Esto fue aprovechado por oportunistas para llenar la ciudad de estupefacientes y fiestas de la más dudosa moralidad. También fue aprovechado por los políticos y adinerados de la zona para restablecer el orden previo y reinstaurar la democracia. Por último, fue carne fresca para los historiadores desempleados con ganas de reescribir, reinterpretar y redescubrir los hechos sobre lo que realmente había sucedido en la ciudad: 

Unos dicen que todo fue una prueba de Dios. El Juan que se nos presentó en el segundo foro era la reencarnación del apóstol de Jesús y nuestra fé en él nos había salvado. Lucas no era más que un blasfemo impostor. Estan aquellos, quienes apoyados por medios de comunicación como Clarín, no descartan la "Histeria de masas" como hipótesis respuesta ante un hecho anómalo de la naturaleza que los científicos no pudieron explicar, y dudan de la mayoría de los acontecimientos que aquí se relatan. Otros aseguran que Don Ángel volvió: ahora es un banquero y corredor de bolsa en Wall Street que atenta día a día contra la economía mundial y debe ser detenido a toda costa. Tampoco faltan los que sostienen que hay pruebas de que las taquigrafías de esos días fueron adulteradas y que Don Ángel, Lucas y Juan nunca existieron. O que en realidad, somos todos nosotros representados en personas puntuales, y sus figuras no son más que un aditamento místico que sirve para que el recuerdo de lo que hicimos y creímos en esos oscuros días nunca muera.

sábado, 14 de enero de 2012

Ayuda II

Estaba agotado, exhausto, cansado de todo y anhelaba el final más que nada el mundo.

Escuchó un llamado. Se repetía cada vez más fuerte,

día a día,

no paraba,

no se detenía,

era gigante, arrollador, inexorable.

No lo pudo seguir ignorando...

se acercó a la voz.





Se encontró un lugar lleno de luces, oportunidades e innumerables placeres.

La puerta, la mano, el picaporte y la nueva canción que lo envolvió en una crisálida de luz fantasma.






Nadie lo vio salir.

domingo, 1 de enero de 2012

Ayuda

Y allí va José, solito en la tierra. Hambriento, sin trabajo y con sus hijos enfermos.  
Sus pies lo conducían a su destino y no admitían oposición alguna. Se posó frente al hombre poderoso y lo contempló nervioso por un rato, sin emitir sonido. Pensó durante unos minutos y recordó lo que la gente decía de él, el sufrimiento, las penurias de sus amigos...

Una larga lágrima se deslizó por todo su rostro. Se arrodilló ante el imponente hombre, cuya severa mirada calaba en lo mas profundo de su ser. 

Hizo algo descabellado, que ya nadie se atrevía a hacer: Pedir algo a cambio de lo único que tenía, su vida. El hombre poderoso celebró su decisión y prometió compromiso, pero ante todo, legalidad. 

El trato se cerró con un simple garabato de tinta barata.

A José se le otorgó un préstamo en efectivo a sola firma y en el acto.